Tiempo.

Nuestro sistema de valores es una constante intrínseca del tiempo. Cualquier valoración no puede sostenerse sin la línea temporal pasado, presente y futuro, y la transformación que se produce dentro de esta consideración. Ya sea de forma natural o de forma intencionada. Quizás es por ésto que así como algunos valores evolucionan y transgreden de forma eficiente y creativa estos parámetros, otros están condenados a repetirse de forma inconsciente, perpetuando nuestro propio trance y la inercia del trauma. La aceleración exhaustiva de cualquier proceso puede producir una separación brusca de los ritmos naturales donde la secuencia se rompe y deriva durante largo tiempo alejada del propio propósito de avance, hasta que instaura un nuevo orden. Se podría decir que es una especie de retroceso dentro de lo que nuestro imaginario considera una revolución. Cuando se produce de forma más o menos consciente, la apertura puede consolidar la creatividad, aunque siempre jugando con el espacio de la incertidumbre. El tiempo es la materia prima de nuestros destinos, pero también es una condición irredimible, que no podemos controlar, creando así conciencia de lo eterno y lo efímero como una unidad donde sólo hay certeza de la posibilidad.

"Todo emite tiempo. El tiempo fluye, es movimiento, evolución, adaptación continua. Un objeto en movimiento se adapta a otro también en movimiento, lo que a su vez lo atrapa en un espacio dinámico con una continua capacidad de transformación".

Timothy Morton, Reciclar la ecología. Pensar el mundo tras el fin de la naturaleza, 2021.

En todo este entramado de tiempo y valores, de hacer y deshacer, de dar y recibir, nos vemos en la tesitura de aceptar. La aceptación tiene el punto de partida en la toma de decisiones. Cuando tomamos la iniciativa, nuestro mayor error es creer que únicamente significa por ende hacer algo, cuando uno puede tener determinación también aceptando las circunstancias que determinan el momento que está viviendo. De hecho suele ser una premisa necesaria para cambiar y transformar la realidad. Cuando vivimos de forma presencial lo que está ocurriendo, las probabilidades de encontrar la forma de entender el entramado del que estamos hablando crecen exponencialmente. Curiosamente cuando alguien está a punto de abrirse ante algo, algo se abre también ante él. Los ciclos son una aceleración programada que en apariencia genera una sensación de usurpación del tiempo. Aunque están dando cuerpo a la esencia oculta de los acontecimientos. Y evidenciando que no es tanto una cuestión de tiempo sino de alineación. 

"La verdad es como el sol. Lo hace ver todo y no se deja mirar."

Víctor Hugo.

Nos cuesta admitir la verdad, por eso evadimos constantemente la realidad que nos rodea. Y aunque el mundo está compuesto de apreciaciones más que de certezas, las evidencias no se pueden ocultar por mucho tiempo. Creo que es el motivo principal de la vida acelerada que hemos creado. La huída hacia ningún lugar es la mayor paradoja de la destrucción. Consumimos el tiempo sin hacernos siquiera una idea de lo que significa. Si el tiempo es vida la falta de valores es un sinsentido. Desvirtuamos la condición de humanidad cuando obviamos la relación natural con el entorno, tanto material como personal. El consumo exacervado crea una ilusión de poder y conocimiento sobre cosas que no sabemos ni crear, ni hemos tenido la consideración de observar para aprender realmente de ellas. El énfasis en la inmediatez nos claudica a la idiotez. Perdemos valores porque no nos permitimos saber realmente lo que cuesta hacerlo y lo que significa que algunas personas hayan invertido su tiempo y esfuerzo en llevarlo a cabo. La satisfacción personal queda relegada en mostrar lo que tenemos, sin la profundidad y el cuestionamiento necesarios para encontrar el sentido de procedencia y de servicio. Hemos prostituido la condición del sector servicios dando por hecho cosas que desconocemos y sin ocuparnos de nuestra parte en el proceso, sea el que sea. Aunque es algo que nos vincula a todos sin excepción. Directa o indirectamente todos estamos inmersos en un sistema de consumo. Reducir la superficialidad de ésto está al alcance de todos. Es mucho más viable que quien menos posee, menos necesite, y aquellos con un mayor poder adquisitivo puedan buscar soluciones más sostenibles. Pero para equiparar posibilidades que favorezcan una evolución conjunta, se necesita que los que tienen una posición de comodidad, aprendan a hacer las cosas de forma autosuficiente y sustentable, aceptando así su vulnerabilidad, para no generar dependencia en las personas más vulnerables circunstancialmente. Acepar la vulnerabilidad propia y valorar la vulnerabilidad ajena, es un acercamiento a la percepción del tiempo y su efimeridad, a la vez que contribuye a crear un estado de pertenencia más cercano al concepto de eternidad. Ambas intrínsecas en la concepción del tiempo y necesarias en la capacidad de transformación.

Verónica Esteban Esteban.

 

"Hay gente

que se quiere

a tiempo,

a destiempo

y todo

el tiempo".

 

"Yo misma: Antología", Ángeles Mastretta


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