"Y la catedral no era sólo su compañía, era su universo, era toda su naturaleza."

"Notre Dame de París", Victor Hugo.

Atravesando la belleza.

Caminas por calles reconocidas, que recorren el entorno de una catedral inmensa. Aunque es una tarde de finales de primavera y el calor ya asoma por los rincones, la lluvia lleva dias haciendo reflejos en el suelo adoquinado. Centelleos espontáneos que iluminan, más si cabe, la belleza de una de esas grandes construcciones llenas de magia y simbolismo que nos dejaron aquellos arquitectos de catedrales que hacían de su trabajo, de su arte y de su conexión con el significado más mistico, un compendio de intenciones que perdurarian en el tiempo hasta nuestros dias.

En el libro "El Mensaje de los Constructores de Catedrales" de Christian Jacq y Francois Brunier, un burgues hace la misma pregunta a tres canteros, que preparaban piedras para una Catedral. Los tres realizaban el mismo trabajo.

Le preguntó al primero qué hacia y por qué, y dijo algo asi como: Me gano la vida con este trabajo, y gracias a mi esfuerzo puedo alimentar a mi familia.

Le preguntó lo mismo al segundo cantero y éste contestó: Estoy creando belleza con este bloque de piedra, una obra de arte.

Sin embargo, el tercero, a la misma pregunta, respondió: Estoy construyendo una Catedral.

Una Catedral es un "instrumento para Conectar con Dios, con lo Trascendente, con lo Eterno."

Desde un punto de vista Espiritual, el "motivo" es fundamental, porque indica el nivel de conciencia que uno tiene ante lo que crea. Aunque éste no sea precisamente incompatible con otras "motivaciones" más terrenales e inspiradoras, sino más bien puede dar a entender que el ser humano precisa de todas ellas para un desarrollo en plenitud. Esa plenitud tan relativa por momentos durante su desarrollo, como influenciada por las experiencias vividas y la transformación personal que hacemos de ellas.

Me gusta definirla de una forma cercana, como la capacidad para ver la belleza en aquello que nos rodea, en lo que nos aguarda con el devenir de la vida y con la calma impresa tras sentir que cada momento es perfecto para su proposito, aunque no seamos capaces de verlo en el instante justo que se está dando, por qué y para qué se resuelve tal circunstancia.

La catedral de Burgos celebró en 2021, su VIll centenario, exactamente el 20 de Julio de 2021 se cumplían 800 años desde la colocación de la primera piedra de la magestuosa edificación actual, aunque anteriormente hubo en su lugar, una catedral románica, edificada entre 1080 y 1095.

Con arquitectos y maestros franceses, traidos a Burgos por el obispo D. Mauricio, se inicia esta nueva construcción, que sigue el modelo de Notre Damme, en Paris, de las de Reims, Amiens.... logrando para Castilla y León la primera catedral gótica de la Peninsula, que servirá de modelo a las siguientes construcciones en el Reino Castellano Leones.

Volviendo a la esencia de la belleza, quién se adentra en el templo subyace a ella con todo el simbolismo que, como marcas de agua, nos deja entrever la transparente similitud entre el santuario celestial y el personal, haciendo un giro de perspectiva, que nos impulsa a interiorizar ese encanto, como respuesta innata a lo que querían representar con tal obra esos antiguos artesanos de almas.

Rafael Barret hace una excelente referencia simbólica, que dice: "La realidad no se acota: olvidemos el calendario, y atendamos al manantial constante y silencioso que nos brota del alma"  Una maravillosa invitación a ese encuentro infinito entre espejos, de ida y vuelta, que da lugar a un viaje desde dentro y hacia dentro.

Uno de esos guardianes de simbolos es el cimborrio que se ubica en la parte superior de las naves mayor y transversal formando en su parte exterior el crucero. Tiene cincuenta metros de altura desde la base, y cuenta con doble cuerpo de luces y una espectacular bóveda de estrella de ocho puntas calada, que permite el pase de la luz cenital. Aunque es esa estrella, precisamente, la que acerca ese cielo soñado a la tierra.

La estrella de ocho puntas, Spica: estrella tartésica, rosa de los cielos, rosa de los vientos, es una forma geomética usada por varias culturas bajo distintos nombres y significados.

Tiene su origen en la mitologia y la cosmogénesis de las antiguas civilizaciones mediterráneas, pues aparece en casi todas. Aunque los ejemplos más antiguos al parecer se hallan en el Cercano Oriente.

Los simbolos unen intenciones y enlazan culturas desde el comienzo de los tiempos, dando amplitud al entendimiento y acercando diferentes caminos en el cruce de sus trazos.

En la antigua ciudad de Babilonia el tiempo parecia detenerse cuando cruzabas la puerta de Isthar.

La belleza no tenia límites tras su umbral. Para los babilónicos, Isthar, estaba asociada al planeta Venus, la estrella de la mañana y se la representaba con una estrella de ocho puntas, fiel reflejo de ese paraiso que encontramos al transcender los placeres mundanos y esa luz llena de amor que posibilita apreciar cada nuevo dia, la vida con otros ojos.

Unos ojos, cada vez más abiertos a ver la vida tal y como es, inundada de belleza, fértil en sus propósitos, desde el asiento del alma, alli donde el mundo exterior y el interior se encuentran. Simbólico cruce de caminos, de ciudades, de culturas, de percepciones, que se pueden trasladar a infinidad de realidades y nos piden trasladar la conceptualización de las formas y estructuras que vemos con los ojos que traemos impuestos y aprovechar la mirada interna que llega desde la fuente de todas las miradas.

"No me canso nunca de ver los árboles, el cielo, las personas. La belleza, la verdad; eso es lo importante, lo único capaz de llenar la existencia y darle sentido".

"Estar vivo", Inés Arredondo

Verónicas Esteban Esteban