"La flor misma es un "oído" que amplifica el zumbido de la abeja y desencadena una concentración de dulzura en su interior."

Lilach Hadany y Yossi Yovel. Universidad de Tel Aviv.

Colmenas de cuezo.

Como dijo Maurice Maeterlinck (1924), "hay una obra maestra, la celda hexagonal, que toca la perfección. Ninguna criatura viva, ni siquiera la humana, ha logrado lo que la abeja ha logrado por su cuenta. Y si la inteligencia de otro mundo fuera a descender y pedir a la Tierra la creación más perfecta, yo ofrecería el humilde panal con miel".

Las colmenas de cuezo están hechas a partir de un tronco de roble vaciado, dónde las abejas no sólo transforman el polen y el néctar en miel, sino que además construyen sus propios panales, lo que supone un gran esfuerzo para las obreras, en comparación con otros métodos más actuales. La base y la tapa que las cubre son losas de piedra sobre una cama de helechos que protege a la comunidad del frío y posibles depredadores. Las abejas salen y entran por un orificio situado cerca de la base. La miel está hecha, principalmente, a base de la extracción del polen en las flores del brezo morado y blanco, y otras pequeñas plantas muy similares, que se dan en ésta zona de sierra, además de la diversidad propia del entorno. Es una forma antigua y curiosa de apicultura que nos muestra la perfecta comUnión entre el hombre, el entorno y éstos seres tan increíbles. Aunque actualmente éste tipo de colmenas está muy disminuido en número, tanto por la complejidad de su formación y extracción de la miel, totalmente artesanal, como por la escasez de alimento, y en ciertas épocas, de agua, para las abejas, nos da una muestra de la relación milenaria que ha existido entre hombre y la naturaleza de las abejas.

David Foster Wallace, en su obra, La broma infinita, afirma que: "Es muy raro sentir que añoras algo que ni siquiera estás seguro de conocer", y eso ocurre cuando tenemos en cuenta nuestra propia desconexión con la tierra y sus procesos, y los seres que habitan este espacio junto a nosotros, y el despertar del anhelo de pertenencia a la vida natural.

Entre anhelos y sombras descubrimos el verdadero deseo de caminar y de cómo hacerlo.

Leía en una publicación que Julián Barnes escribió en "Niveles de vida" que existe una palabra en alemán, Sehnsucht, que no tiene un equivalente en castellano, y que significa algo así como «añoranza de algo». Que considerando sus connotaciones románticas y místicas, C. S. Lewis la definió como el «inconsolable anhelo» del corazón humano de "no sabemos qué".

Creo que no lo sabemos porque está entre muros, entre aquello que se está derrumbando y lo que vamos descubriendo que queremos construir, pero en ese instante es tan volátil como esperanzador. Por otro lado, sentir ese anhelo puede convertirse en la paradoja que nos permita ver lo que nuestros oídos escuchan, sin prejuicios, que diría Bram Stoker, no solo pensar con astucia, sino sentir el deseo de avanzar, eso, no es más que intención. La naturaleza crea puentes en vez de muros y éstos son necesarios para conectar el mundo natural con la cultura.

En ese aspecto, Javier Marías nos prende una llama en el camino entre escombros con sus letras "Hay una enorme zona de sombra en la que sólo la literatura y las artes en general penetran; seguramente, como dijo mi maestro Juan Benet, no para iluminarla y esclarecerla, sino para percibir su inmensidad y su complejidad al encender una pobre cerilla que al menos nos permite ver que está ahí, esa zona, y no olvidarla."

Yo creo que esa llama sí ilumina, da respuestas a través de la percepción, quizás no soluciones, ésas, serán fruto de la alquimia entre el fuego que arde y las emociones impresas en el anhelo.

Atravesar la sombra es un compromiso con uno mismo, no sirven los reflejos más que para que devuelvan la información y ésta, sea disuelta, la luz disuelve las preguntas y produce un encuentro con la desnudez total, si nos lo permitimos. 

Cuando descubrimos lo que queda, después de reconocer el tiempo buscando llenar vacíos existenciales y entramando lazos para la satisfacción del ego, surgen las ganas, las de vivir, las de amar y ser amado, las de caminar, la chispa que enciende la alegría y la seguridad en la impermanencia.

La apertura de conciencia de la relación y de la forma de relacionarnos consiste en ampliar la visión enlazando la simbología como la ciencia que permite la trascendencia entre mundos, dejando que se disipen los velos que nos impiden ver que todo está conectado.

Nada es casual en esta vida, desde que nacemos nuestro camino está ligado a la evolución con el entorno más directo y con el más lejano.

La relación entre tierra y espíritu se hace camino a través de nuestras experiencias y de la transformación que hacemos de ellas. Cómo bien sabéis el mundo se llena de simbolismo para que sea más sencillo comprender lo que se está desarrollando en nosotros y alrededor. La creatividad, no es más que un mecanismo para crear vida, y como dice Robert Greene, es una combinación de disciplina y espíritu infantil. De pureza para desear y constancia para recordar lo que somos y de donde venimos, más allá de nuestras experiencias personales.

Todos somos polinizadores de conciencia, vamos dejando atrás vuelos en picado y suavizando aleteos, ya sabemos que no es necesario caer muy hondo ¡pues tenemos alas! Y que hay flores para todos, porque desde la obra más grande hasta la más pequeña pueden enseñarnos algo.

Verónica Esteban Esteban.

"Las matemáticas no son el lenguaje del universo. La geometría es el lenguaje del universo. No es como si el universo escribiera ecuaciones. El universo está organizado con relaciones de proporción. El universo está organizado con relaciones de geometría. Y desde allí inventamos símbolos para describir esa geometría, que llamamos matemáticas. "El principio de retroalimentación no es lineal. De lo contrario, ¿cómo habrían aterrizado la abeja y la flor en el mismo planeta?"

Nassim Haramein