Telepatía, comunicación más allá de las memorias de la forma.
La telepatía es una condición que siempre ha generado curiosidad, controversia, investigación y paradigmas personales y sociales. Quizás porque ha estado presente entre los seres humanos desde el comienzo. La telepatía es una forma esencial de comunicación, más o menos pulida, que se hace de forma más o menos consciente. La capacidad de adaptación al medio es una de las mejores apreciaciones de este vínculo que nos une al entorno como algo de lo que a priori no podemos escapar, y que con el tiempo se convierte en un mecanismo de desarrollo en todos niveles de conciencia a través de los diferentes campos energéticos que nos componen, ya sean los más básicos de supervivencia, los de desarrollo intelectual y los más complejos relacionados con el existencialismo y la alquimia interna que marcan la intención de una búsqueda de la perfección o los que amplían el contorno al plano espiritual dando respuesta a otras cuestiones que engloban nuestro paso por la vida como algo trascendental y nos sacan de la finitud a la que estamos tan arraigados, dotando de un halo de eterno descanso en la perfección del proceso. Para ir comprendiendo todas estas cuestiones que están en constante progreso es necesario hacerlo desde un punto de vista comunicativo e inmerso en las relaciones personales, comunes y con el hábitat.
Hablar de la relación con el medio en el que nos encontramos inicialmente es hablar de la relación con nuestro cuerpo, los medios acuosos, los líquidos humorales, las sustancias de desecho, los efectos gaseosos, la temperatura, los orificios que permiten el contacto con el exterior y su lenguaje, el intercambio con lo que lo rodea y establece un primer sentido de pertenencia.
Algunas tribus aisladas que aún conservan un cierto aislamiento y gozan de una notable independencia respecto al desarrollo general del planeta hacen un uso de esta relación natural con su cuerpo tanto para comunicarse como para comprender. Los sonidos que emiten pasan por expresiones guturales limpias, gestos, susurros cercanos al trance y la composición más completa son lo que podríamos llamar frases cortas, precisas donde la intencionalidad de generar algo beneficioso para todos pasa por un orden de lo práctico. Un idioma anterior a la gramática, sin necesidad de muchas palabras o expresiones, como si soltaran lo que les acaba de llegar desde las alturas a la cabeza y el resto se sobreentiende por el contexto presente, no hay nada más que el momento y merodean entre olvido y olvido, eso resalta la practicidad, la atención y la disponibilidad. Pequeños matices de intención y breves intervalos de silencio entre palabras y imperceptibles cambios de volumen en la entonación. Un claro uso de la templanza en pro de la funcionalidad del intercambio. Musicalidad en la comprensión.
Nos expresamos y comunicamos a través de los recuerdos. Los recuerdos no son archivos aislados, ni precisos, son legibles porque están irrigados por otros recuerdos y rutinas de intensidad y duración variable que nos permiten obtener la información necesaria para el entendimiento del proceso. Una temperatura del cuerpo que recalienta el aire y nuestra capacidad receptora enfría de una forma inteligente.
La proximidad física impulsa la propagación del lenguaje y por consiguiente de la comunicación telepática. Esto ocurre porque el léxico es la huella de un estímulo exterior a la consciencia y la prueba de que ese exterior existe y nos toca. Una señal de que las palabras vienen de afuera, se interiorizan y se expanden nutriendo el contacto con experiencias que no necesitan de ser vividas de la misma manera si se está conectado de forma armónica con el proceso, dejando a un lado el resultado y optimizando la distancia con el intercambio al dejar deliberadamente un espacio para una mínima imprecisión y así no recurrir al exceso de confiabilidad que rompería la armonía interna. Una eclosión de diversidad donde se pone de manifiesto que si la soledad del individuo es aprovechada, todo ese tiempo que se dedica a uno mismo es directamente compartido.
Verónica Esteban Esteban.
"Dejo el libro por un rato sobre la mesa, las palabras que amplían la perspectiva necesitan de un nexo de unión con el lector. En ocasiones las páginas pasan lejanas a nuestro tacto y el vínculo es una aguja en un pajar. Más cuando el hilo vibra es porque encontró el orificio del hondón y se tensa al pasar por cada punto. Se teje la historia con los recuerdos compartidos. Un comienzo de otro tejido."
Verónica Esteban Esteban.
Mirador del Gándara, también conocido como mirador de la Reina en Cantabria. Suspensión en el espacio observando el mercado del tiempo a sus pies.
Nuestro nacimiento es la primera parte de una entrega al entendimiento infinita, donde nacen a la vez nuevas posibilidades tanto en el interior de nuestro ser como en el exterior al que somos expulsados. Un nacimiento es una apertura a la eternidad precisamente porque procede de una muerte. Algo queda atrás sin retorno. El comienzo de la comunicación, el recuerdo de la expresión y el pulido de nuevas estructuras. Toda comunicación es un comienzo y todo comienzo tiene un éxtasis y una explosión, un carácter sexual y espiritual, como el parto o el nacimiento. La telepatía es inclusiva con esta percepción, quizás sea el vínculo energético que mejor lo explique, dado que se produce un pliegue entre nexos y de la intensidad y duración de esa grieta común dependerá la forma de expulsión de los datos.
En la imagen podemos ver el nacimiento del río Gándara en Cantabria, un reflejo del brotar continuo de la vida.
Verónica Esteban Esteban.
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